¿Es bueno o malo ser autoexigente?
¿Te consideras una persona con un alto nivel de exigencia?
¿Te has parado a pensar en ello?
Hoy me gustaría invitarte a que reflexionemos sobre ello, que exploremos en tus pensamientos para intentar ver si eres una persona exigente contigo misma y, de ser así, si esa exigencia está alineada con tu bienestar emocional o por el contrario, te está dificultando el camino.
Cómo saber si soy demasiado exigente: ejemplos de autoexigencia
“He de superarme a toda costa”, “debo de hacerlo todo lo mejor posible”, “he de cumplir con mi deber”…
Ese constante “tengo que”/ “debo de”.
¿Te has sentido así alguna vez? Pensar, tener el convencimiento de que has de sacrificarte al máximo para conseguir algo, que has de ser el mejor…
“Porque total no me cuesta nada”, “porque siempre puedo esforzarme más”, “porque alguien tiene que hacerlo”, “porque he de demostrar que puedo hacerlo”…
Esos “porqués” en realidad lo que ocultan es un sentimiento perfeccionista de obligación, del sentido del deber.
¿Es mala la autoexigencia? Cuidado con la autoexigencia destructiva
Y cuando los impulsos perfeccionistas dominan nuestra vida, nos estamos impidiendo disfrutar de los buenos momentos.
Además, podemos caer en un agotamiento físico y mental.
Es ahí cuando hablamos de la autoexigencia destructiva: cuando somos demasiado exigentes con nosotros mismos.
Pero, Jenifer, ¿cómo puedo saber si soy demasiado autoexigente?
La culpa, la frustración, la ansiedad, el agotamiento físico y mental…son algunas de las manifestaciones más habituales.
Autoexigencia motivadora:la autoexigencia desde el bienestar
En cambio, cuando esas obligaciones que nos ponemos, nos ayudan a conseguir resultados positivos, hablamos de una autoexigencia motivadora. Usamos la voz de la autoexigencia desde el bienestar.
El perfeccionismo, en este caso, se convierte en eficiencia.
Cuando nos relajamos y somos más transigentes, tanto con nosotros mismos como con los demás, equilibramos la productividad con el autocuidado.
Cómo podemos trabajar para que la autoexigencia sea nuestra aliada
La clave es en qué centramos la atención. Si nos concentramos en lo negativo, eso será lo único que veamos.
No se trata de pensar que hemos de ser menos exigentes, de que la exigencia es mala. No hay absolutos. Muchas veces el problema no es la autoexigencia, sino la forma en la que la manifestamos.
De ahí la importancia de reconocerla y reforzarla de cara a lograr nuestro bienestar emocional.
Para reconocer esos dos tipos de autoexigencias que podemos tener (esas diferentes voces del yo), en consulta yo suelo trabajar con muñecos. Esto nos permite ver que si hacemos demasiado caso al muñeco A, el muñeco B suele quedarse con la voz más callada e incluso se termina silenciando.
Soy consciente de que explicarlo en unas pocas líneas puede resultarte complicado de entender y, sobre todo, de interiorizar. De hecho, en la mayoría de casos, es algo que requiere de un trabajo en consulta.
Pero me gustaría darte unas pinceladas de algunas de las herramientas con las que yo trabajo que creo que te pueden ayudar a reconocer la autoexigencia y convertirla en tu aliada.
5 herramientas para saber si somos autoexigentes (y cómo la autoexigencia puede ayudarnos)
Atención plena-mindfulness: focaliza tu atención
De la atención plena, mindfulness, ya te he hablado en alguna ocasión porque es una herramienta que uso en consulta (aunque como verás, trabajo con muchas más).
Focalizar la atención nos permite retroceder cuando estamos a punto de sumergirnos en una autoexigencia que no nos beneficia. Nos ayuda a ser más conscientes, darnos cuenta de qué (nos) está pasando y actuar con claridad.
Es cierto, que no es suficiente con la atención plena (se ha de combinar con la fuerza de voluntad y la práctica repetida), pero es un primer paso para tomar consciencia de nuestros pensamientos.
Terapia cognitiva: pon en entredicho tus creencias
Cuestionar tus creencias y reemplazarlas por una visión más realista te puede ayudar a que tu mente se aleje de tus reacciones de forma automática, que puedas observar la realidad con otras gafas y seas así consciente de la realidad.
Poner en entredicho tus creencias, explorar otras posibilidades, puede ayudarte a tener más libertad de elección interior.
En el momento en que ves con más claridad que (te) está pasando y cambias tu perspectiva, puedes aplacar a esa autoexigencia negativa y reconducirla.
Principio de realidad
Distinguir lo aparente de lo real no es fácil, pero trabajarlo te puede ayudar mucho, entre otras cosas, con la autoexigencia.
Una preocupación constante por todo, te puede hacer creer que nunca vas a estar a la altura de los niveles de exigencia que te has marcado.
Pero, ¿son esos niveles de excelencia reales?
Puede que sean imposibles y que lo que hacen es generarte ansiedad y frustración porque al no ser reales, por mucho que te esfuerces, no vas a lograrlos.
Escúchate con objetividad, como si estuvieras al margen de la situación, prestando atención también a lo que haces bien. Y date tiempo para que la empatía llegue.
Diálogo interno
Escucha cómo te hablas, qué palabras empleas. Dialoga contigo mismo e intenta analizar tu tono, tus expresiones; puede que te sorprendas, pero ser consciente es el primer paso.
Trabaja las cosas buenas que tienes, dales valor. Puedes, por ejemplo, apuntar cada día las cosas que han salido bien, de las que te sientes satisfecho, los buenos momentos… Anota también las que mejorarías.
Haz un balance y saca conclusiones, pero con benevolencia.
Háblate como lo harías a un niño pequeño, a tu mejor amiga: con cariño, con paciencia. Practica la autocompasión.
Autocompasión
La autocompasión, como indica la palabra, es ser compasivo contigo mismo. No importa cuál sea tu circunstancia ni los sentimientos que te genera, lo importante es recordar que tú eres valioso tal y como eres.
Integra la autocompasión, permítete disfrutar de la alegría sin sentirte culpable por ella.
También la tristeza, la ansiedad…pero no te dejes arrastrar por ellas.
Es trabajar tus emociones para que cuando la autoexigencia se manifieste en, por ejemplo un pensamiento del tipo: “si no me esfuerzo más, la gente va a descubrir que soy un fraude”, puedas reconocerla y sustituirlo por: “si realmente me entienden, les gustará como soy”.
Darnos cuenta de hasta qué punto estamos atrapados en la autoexigencia, cómo nos limita es el primer paso. Pero no es algo que suceda de la noche a la mañana, no quisiera que te obligaras a conseguirlo.
Si quieres recorrer el camino hacia tu bienestar emocional y necesitas que te ayude, la terapia online te dará las herramientas que necesitas.
También puedes aprender más sobre autoexigencia y bienestar emocional en el resto de mis redes sociales.
Estamos juntos en esto.
Un abrazo,
Jenifer