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¿Cómo reconocer las emociones que siento?

La importancia de aprender a reconocer las emociones

-¿Qué tal estás?

-Bien

-¿De verdad?

….

¿Cuántas veces te han hecho esta pregunta y has contestado de forma rápida “bien” (incluso intentando esbozar una sonrisa) aunque en realidad estabas hecho pedazos por dentro?

No te preocupes.

A todos nos ha pasado, a mí también.

Permíteme que te haga dos preguntas.

Lo primero que me gustaría preguntarte es: ¿por qué lo hiciste? 

Tal vez por la situación, por el momento o por la persona que, seguramente con toda su buena intención, te lo preguntaba.

Pero la realidad es que no estabas bien, pero preferiste quedarte debajo de tu máscara.

¿Qué hay debajo de la máscara?

La segunda pregunta que me gustaría hacerte es: ¿por qué no lo hiciste? 

Pregúntate, qué te hizo no decir qué es lo que de verdad te pasaba. 

Lo sé, no es una pregunta fácil de responder.

Incluso, puede que, así de primeras, no conozcas la respuesta. 

Además, quizás cuando mires hacia dentro, puede que te encuentres con sentimientos, ideas o miedos más desagradables que te lleven a tener el impulso de no querer verlos. 

Es normal. 

Ponerse delante del espejo es difícil porque supone sincerarse con la parte más amarga de nosotros mismos. Y eso no es cómodo para nadie.

Cómo saber qué nos pasa: aprender a reconocer nuestras emociones

Has dado un gran paso, has sido capaz de sincerarte contigo mismo. 

Déjame felicitarte porque como te he dicho, sé que no es fácil.

Pero no quiero que te quedes ahí. Te invito a que des que un paso más, porque una vez que entendemos qué nos pasa, podemos influir en nuestro comportamiento y por tanto en nuestros objetivos y metas.

No puedes elegir cómo te sientes, pero sí puedes elegir cómo eso influye en tu día a día. 

Pero vamos, paso a paso.

Lo primero es identificar esa emoción, ponerle nombre y hablar con ella.

Tranquilo, no me refiero a cosas “raras” o esotéricas.

Hablo de llamar a las emociones por su nombre, sea el que sea.

Emociones positivas y negativas

-“Pero, Jenifer, es que si miro dentro de mí, no me gusta lo que veo”.

-”¿Y qué es lo que ves”?

-”Que tengo miedo, pero se supone que tengo que estar contento”.

-”¿Por qué? ¿Por qué no puedes permitirte otras emociones?”.

Tal vez porque crees que hay emociones buenas como, por ejemplo, la alegría y otras malas como, quizás, la tristeza, la soledad o el miedo.

Déjame decirte algo: las emociones no son ni buenas ni malas.

Por ejemplo, el miedo.

¿Dirías que es tu amigo o tu enemigo?

Pregúntale a tu miedo. Sí, me has leído bien, pregúntale: “¿en qué me ayudas?

Y si no me ayudas, ¿por qué vienes?”.

Todas las emociones aparecen como un objetivo para indicarnos algo. 

Todas las emociones mantenidas en el tiempo suponen consecuencias.

Por ejemplo, el miedo, nos puede ayudar a estar alerta.

Por eso, no huyas, date tiempo a experimentar.

La cultura y la sociedad nos obliga a estar siempre bien, dando el 100 por ciento. Pero siento decirte que eso no es real.

Por eso, te invito a no huir de la emoción. Experimenta por unos instantes, descubre cada rincón y conviértete en el científico de tu vida.

Ser consciente de lo que nos pasa, nos da la ventaja de anteponernos y tomar acción.

Respetar los tiempos

“¿Y qué pasa si no quiero, Jenifer? ¿Por qué he de contar lo que me pasa si en realidad no me apetece estar dando explicaciones de mi vida a todo el mundo?”.

Y tienes razón.

Pero no se trata de que te pongas un cartel en la frente diciendo lo que te pasa. No

Todos tenemos nuestros tiempos.

Todo tiene un proceso y cuando estemos preparados, podremos abrirnos con quien consideremos. 

Y lo mismo, a la inversa.

Respetemos los tiempos de los demás y si te dicen que te lo contarán en otro momento, sencillamente muestra tu apertura con una frase sencilla como “tranquilo, sea lo que sea, puedes contar conmigo“.

A todos nos gustaría escuchar eso, ¿no crees?

Tips para reconocer las emociones  

Con tiempo, paciencia y cariño se puede trabajar para que poco a poco te vayas liberando de esa emoción que no te deja avanzar.  

Y para que llegado el momento, puedas expresar las emociones, puedas contar qué te pasa. 

Autocompasión

¿Recuerdas cuando te decía que hablaras con tus emociones, por ejemplo con tu miedo?

Pues es importante que cuando lo hagas, cuando notes en ti cualquier tipo de sufrimiento, aunque sea leve o creas que tiene poca importancia, reconozcas que está ahí y le envíes compasión.

Aunque te parezca algo extraño (es un tema que da para mucho, y si te parece podemos tratar otro día), al hacerlo vas a notar cómo te deshaces de ese sufrimiento y puedes centrarte en el presente, en los elementos positivos de tu día a día.

Terapia narrativa

¿Tienes un diario?

Si no lo tienes, te animo a ello. De hecho,  es una de las herramientas con las que trabajo en consulta.

Escribir esa emoción que sientes en un papel es el primer paso para contar cómo nos sentimos y cobrar conciencia del estado. 

Y para eso, como decía, has de darte el permiso de sentir.

Sientas lo que sientas. Sin juicios ni acusaciones.

Acéptalos.

Somos humanos.    

Escucha ese estado que estás experimentando.

Sí, a veces duele, no te lo niego.

Taponar lo que sientes y mirar hacia otro lado no es la solución.

Por el autorespeto que te mereces, no te cierres como una olla exprés…porque ya sabes lo que pasará, ¿verdad? 

Si consideras que te gustaría empezar a manejar mejor tu mundo emocional, la terapia psicológica en línea será tu aliada para sentirte mejor.

Un abrazo, 

Jenifer

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